Autismo y nacimiento prematuro

Es un hecho bien conocido y asumido tanto por científicos como por profesionales del ámbito que la prevalencia del trastorno del espectro autista (TEA) es mayor en los niños nacidos prematuramente que en los nacidos a término. Cuanto menor sea la edad gestacional mayor es el riesgo de que el bebé reciba un diagnóstico de TEA (Hernández-Fabián et al., 2018).

Un estudio reciente, dirigido por el Dr. Casey Crump, ha encontrado, una vez más, esa asociación inversa entre riesgo de autismo y edad gestacional al nacer, demostrando también que dicha asociación se extiende desde el grupo de los bebés extremadamente prematuros (22-27 semanas de gestación) hasta los nacidos a término (edades gestacionales de 37-38 semanas) y que la prevalencia de TEA es un 5% menor, en promedio, por cada semana de gestación añadida.


Muchos científicos y clínicos han comentado este estudio. Hay uno, realizado por los doctores McGowan y Sheinkopf, que abre un espacio de reflexión, al preguntarse sobre los mecanismos que subyacen a la relación prematuridad-autismo, preguntándose si hay entre prematuridad y autismo, o si esa asociación está relacionada con etiologías compartidas con otros problemas neurobiológicos.


Aún no hay una respuesta, pero este vínculo que intriga a muchos investigadores puede ser una vía para empezar a esclarecer las causas tanto del autismo como de la prematuridad.