El seguimiento de bebés. Un apoyo necesario al nacimiento prematuro y al bajo peso al nacer.
Un bebé es prematuro cuando su nacimiento ha tenido lugar antes de cumplirse 37 semanas de gestación y tiene bajo peso cuando pesa menos de 1500g en el momento de nacer, aunque haya nacido a término. La prematuridad es la principal causa de muerte en menores de 5 años. No obstante, los avances en la atención médica durante el parto y en los momentos inmediatamente posteriores han permitido mejorar la supervivencia de los bebés prematuros. Sin embargo, la prematuridad es un importante problema de salud pública en todos los países, ya que tiene lugar en un porcentaje elevado de casos (del 5-18% de todos los nacimientos a nivel mundial y del 6 al 7% en España).
Por eso, hoy día, una de las mayores prioridades a nivel mundial es mejorar los resultados a largo plazo de los niños nacidos prematuramente o con bajo peso. Estos niños, además de tener un riesgo mayor de muerte neonatal, tiene mayor riesgo de trastornos neurológicos a largo plazo, incluyéndose mayor vulnerabilidad en los ámbitos motor, sensorial, cognitivo y conductual [6, 7]. Los servicios asistenciales hacen un gran esfuerzo por neutralizar las consecuencias de la prematuridad y el bajo peso al nacer, tratando de anticiparse a problemas del desarrollo que, si no se resuelven, tendrían un impacto negativo en la vida de esos menores.
El riesgo de alteración neuroevolutiva presente en los niños prematuros o con bajo peso es la principal razón del interés que tienen los servicios asistenciales por el seguimiento de estos menores después del alta en el hospital y justifica el esfuerzo por lograr un diagnóstico temprano que se anticipe a un posible trastorno del neurodesarrollo. Los estudios recientes sobre detección precoz de problemas en el desarrollo temprano indican que, en general, es posible identificar algunos signos de alarma en el desarrollo motor, del lenguaje y del temperamento en los tres primeros años de vida en niños que posteriormente reciben un diagnóstico de trastorno del neurodesarrollo.
En una revisión de estudios realizada por Micai et al. (2020), se recoge evidencia de que durante el primer año de vida los bebés en riesgo de alteración neuroevolutiva pueden presentar peor motricidad fina y gruesa, conductas motoras repetitivas, estereotipias y posturas inusuales, aunque no todos los estudios coinciden en los hallazgos. La revisión mencionada también refiere otros signos de riesgo en los dos primeros años de vida de niños que posteriormente presentan problemas del desarrollo, describiendo comportamientos repetitivos específicos, menor implicación social, anomalías o retrasos en el juego, en el uso de objetos, en la atención y en el procesamiento visual y sensorial.
Estos hallazgos muestran la importancia de un seguimiento preventivo que favorezca una respuesta avanzada que se anticipe a posibles problemas mejorando las posibilidades adaptativas de los bebés, aunque hayan nacido prematuramente.