La mejor respuesta a los trastornos del neurodesarrollo
Los trastornos del neurodesarrollo engloban varias alteraciones derivadas de un funcionamiento cerebral atípico, entre ellas se encuentran el trastorno del espectro autista (TEA), el trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH), el trastorno del desarrollo intelectual (DI), los trastornos de la comunicación, los trastornos de aprendizaje y los trastornos motores. No hay datos epidemiológicos precisos sobre los trastornos del neurodesarrollo, aunque se asume que son los trastornos mentales más frecuentes en la población pediátrica y aún más en los niños con nacimiento prematuro o con bajo peso al nacer.
Las alteraciones incluidas dentro de la categoría general de los trastornos del neurodesarrollo no suelen considerarse entidades independientes, porque es frecuente que en la misma persona concurran diferentes problemáticas y el diagnóstico múltiple es la norma más que la excepción. Además, dentro de cada categoría diagnóstica se incluye un amplio espectro de presentaciones clínicas, las cuales son resultado de sucesos, muchas veces exclusivos para cada caso, ya sean genéticos, ambientales o una combinación de ambos tipos, que tienen lugar en las primeras etapas de la vida e interrumpen las complejas secuencias del desarrollo cerebral típico, afectando a la estructura del cerebro.
Un trastorno del neurodesarrollo, como afectación neuroevolutiva que es, se puede observar en algunos aspectos del comportamiento comunicativo, social, cognitivo o motor del bebé. Son trastornos que, por tanto, se caracterizan por alteraciones generalizadas de la estructura del cerebro durante su desarrollo.
Lo ideal es que el desencadenante principal de la intervención sea la identificación precoz de un problema evolutivo, incluso que ésta tenga lugar antes de que haya un diagnóstico formal. Cuanto más pequeño es el bebé mayores posibilidades tiene su cerebro de reestructurarse y de reorganizarse si recibe la estimulación adecuada. Así que cuanto antes se identifique el problema neuroevolutivo, mayores posibilidades habrá de aprovechar la plasticidad del sistema nervioso.
La detección precoz se convierte, entonces, en el factor clave para el pronóstico favorable y por eso ha sido recomendada por profesionales, organizaciones e investigadores debido a sus efectos positivos en el pronóstico. La detección, no solo pude posibilitar a muchos niños el acceso a intervenciones especializadas, además ayuda a reducir la experiencia estresante que viven muchas familias para conseguir una respuesta que atempere sus inquietudes cuando observan signos preocupantes en sus hijos, y les guíe hacia un diagnóstico temprano.